Contra la propiedad intelectual

Contra la propiedad intelectual
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Después de nuestro paseo por las tablas teatrales, en este apartado dedicado a los libros volvemos a los ensayos, y lo hacemos un clásico, con un libro ya antiguo pero siempre estimulante y recomendable: Contra la propiedad intelectual, de Stephen Kinsella, que podéis leer aquí.

Stephan Kinsella es un abogado norteamericano, especializado en propiedad intelectual, anarcocapitalista y uno de los más firmes defensores, precisamente de la eliminación de los llamados derechos de propiedad intelectual. Precisamente esta obra viene a ser su piedra de toque en este campo. En unas pocas paginas repasa los distintos planteamientos sobre el tema, a favor y en contra, analizando especialmente la posición respecto al mismo de aquellos liberales que si están a favor del mismo, y dando argumentos para desmontar dicha defensa.

Kinsella arranca explicando las dos grandes fuentes de reconocimiento del derecho de propiedad intelectual desde un ámbito liberal, bien desde una perspectiva iusnaturalistas, bien desde una perspectiva utilitarista, incidiendo en los efectos perversos de las mismas: se justifican medios inmorales en base a fines supuestamente superiores, se distorsionan las prácticas de investigación, se privilegia a unas áreas frente a otras, se bloquea el desarrollo humano jugando con los plazos temporales, etc...

Pero quizás la principal crítica de Kinsella es que es imposible montar un sistema de propiedad intelectual que no acabe violando los derechos de propiedad material, y son precisamente los derechos de propiedad material, aquellos que afectan a los bienes tangibles, escasos y que dan a lugar a conflicto al no poder compartirse, los que han de ser protegidos. En sus propias palabras:

Las ideas no son por su naturaleza escasa. Sin embargo, al reconocer un derecho sobre un objeto ideal, se crea escasez donde antes no existía.

Por tanto, su critica fundamental es que esos derechos de propiedad intelectual acaban dando derechos parciales de propiedad sobre los bienes tangibles que pertenecen a otros, lo cual supone una violación de ese derecho de propiedad inadmisible, y ademas lo hace de un modo que va a dar lugar a multitud de conflictos por el carácter un tanto inconcreto del mismo, por su falta de publicidad, de visibilidad. Generan inseguridad galopante.

El libro es ágil, se lee rápido, y es radical, muy radical. Hay que tener en cuenta que los derechos de propiedad intelectual del marco anglosajón no son equivalentes totalmente a los nuestros, pero la base del razonamiento de Kinsella si lo puede ser.

Un libro para pensar. Y para reír con el anexo de patentes estúpidas.

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