La Europa de Hitler

La Europa de Hitler
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El mes pasado Remo publicó un post que tuvo bastante eco, Cómo Hitler y el nazismo consiguieron acabar con el desempleo en los años 30. Pues bien, a aquellos interesados en saber como continua el relato de los hechos les recomiendo La Europa de Hitler, de Arnold J. Toynbee, el famoso historiador británico. El problema estriba en que es una obra descatalogada, y que, hasta dónde sé, sólo puede encontrarse como libro usado, ni siquiera en librerías digitales como Amazon.

El título de la obra es muy descriptivo, centrándose en la organización política, económica y social de la Europa conquistada por el III Reich o bajo la influencia directa del mismo. Y es que uno tiene la sensación de que una vez estalla la II Guerra Mundial el foco pasa al conflicto bélico, o como mucho al genocidio judío. No es tan sencillo atraer la atención de los estudiosos, de los historiadores, hacia el día a día de la población gobernada por los nazis o sus aliados. Y en este sentido la obra de Toynbee pinta un fresco con un gran grado de detalle.

El libro cuenta con un apartado especifico dedicado a la estructura económica nazi, donde se detallan los controles económicos, las políticas industriales y de materias primas, así como las referidas a las agrarias o alimentarias. Destaca un gran apartado dedicado al mundo del trabajo, una más breve relacionado con los transportes, para acabar con otro sumamente interesante sobre la política financiera.

Mención especial habría que hacer al concepto de Orden Nuevo, que no es otra cosa que las nuevas reglas de juego que los amos nazis impondrían a su esfera de influencia, frente a las viejas reglas del mundo que califican como liberal y que consideran periclitado. Es más, el propio Toynbee parece justificar el advenimiento nazi frente a las que considera fracasadas políticas liberales (cabría preguntarse como es posible que no se de cuenta que el intervencionismo nazi, que justifica, es consecuente con el resto de políticas, que critica).

En todo caso el Orden Nuevo, tal y como nos confirma Toynbee, no es más que un inmenso desorden viejo. En la Alemania Nazi coexisten el orden propio de la cultura germana, de los procedimientos reglados, con un auténtico caos administrativo, originado por la confusión entre estructuras estatales, de partido, y, sobre todo, por la ausencia de un mínimo control legal, estando todo supeditado a la arbitrariedad del líder.

Dicho desorden se corresponde con la visión nazi de Europa, de los territorios conquistados, como un botín, como un teatro de operaciones para el pillaje más aberrante. La Alemania Nazi fue incapaz de conseguir adhesiones firmes, de unir a los pueblos europeos bajo una causa, y ello contribuyo a su derrota. Los llamamientos a a ese Orden Nuevo, y especialmente a la idea de una alianza de pueblos europeos liderados por Alemania, son mera propaganda, especialmente a partir de que los nazis pierdan la iniciativa en la guerra.

Así que en buena medida, en la obra se contraponen las práctica reales nazis con los planes para el final de una guerra que preveían corta. En ellos se contemplaban una Europa en la que el papel de locomotora industrial alemana le correspondía a Alemania y su entorno inmediato. El papel de la Europa del Sur se limitaría al de ser granero alemán, contribuyendo a la no dependencia de terceros países ajenos a la órbita nazi.

Resulta tremendamente curiosos que, a pesar de la supuesta eficacia industrial alemana, Alemania, hasta prácticamente el final de la guerra bajo la supervisión de Speer, no alcanzó el tope de su capacidad productiva. En parte ello se debía a razones de política interior, para no querer castigar en exceso al pueblo alemán detrayendo recursos privados, pero también por la errónea concepción sobre el éxito de la blitzkierg o guerra relámpago, y especialmente la resistencia a llamar a las mujeres para incorporarse a las fábricas. Mientras los aliados usaron ampliamente la mano de obra femenina, los nazis se resistían, quizás cegados por su ideología y su concepción de la mujer.

También resulta llamativa la descripción que hace Toynbee de las cartillas de racionamiento como un eficaz método de control de la inflación, de financiación del régimen, y de herramienta de discriminación social, al menos en tanto en cuanto tuvieron fuerza para controlar el mercado negro. Cuando no basta con dinero para poder comprar, cuando es necesaria la autorización administrativa, no queda otra opción que ahorrarlo, en los mismos bancos que luego, de un modo u otro, serán expoliados para financiar la maquinaria nazi.

Un capítulo especialmente relevante es el de los trabajadores europeos, voluntarios o forzosos, trasladados a la Alemania nazi. De la lectura del mismo se constata la incapacidad nazi para cumplir un minimo compromiso, para ganarse ni siquiera aquellos que, a priori, podrían estar de su parte, así como la brutalidad de la esclavitud nazi para con los prisioneros de guerra eslavos.

El apartado económico de la obra se cierra con lo relativo a las finanzas nazis, donde nos relata como enseguida se desprendieron de ese incómodo patrón oro, o como apostaron por la manipulación de los tipos de cambio, el expolio a través del clearing forzado en el comercio internacional, o el establecimiento de tributos específicos a los países ocupados para financiar las fuerzas acuarteladas en los mismos. Todo ello condujo a una inmensa inflación en muchos de esos territorios, mientras los ocupantes nazis practicaban continuas requisas de oro.

Es una obra apasionante y que os recomiendo vivamente.

En El Blog Salmón | El Lebensraum: la guerra como solución a la crisis, ¿Dónde nos llevará la crisis?

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