Subversión feminista de la economía

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Generalmente, cuando realizamos la reseña de un libro, es la imagen de la portada la que suele encabezar el post. En este caso, el de Subversión feminista de la economía, de Amaia Pérez Orozco, editado por Traficantes de Sueños, he optado por arrancar con un video de una charla de la propia Amaia, ya que resume de un modo esquemático el discurso de la obra.

De todos modos, y tras haberlo leído, diría que la exposición se queda corta en vehemencia. Si al escucharla alguno puede pensar que hay ciertas zonas interesantes a explorar, como todo lo referente al trabajo no remunerado o su critica al imperio de la matemática en el estudio económico, todo esto se pierde cuando te das cuenta de que todo acaba en la demonización del enemigo de género y en la invención de una nueva neolengua (ya que la lengua actual no les representa) al servicio de la bioideología feminista, auténtica teocracia y no la mercantil que ella critica.

Efectivamente, el libro da respuestas fáciles para saber quienes son los responsables de esta Cosa escandalosa, término con el que se refiere Amaia a esta sociedad: el culpable de todo esto, el malo malísimo, el que se aprovecha de este tinglado es el BBVAh: el sujeto blanco, burgués varón, adulto, con funcionalidad normativa y heterosexual. Normal que tenga que recurrir a un acrónimo.

El BBVAh es el enemigo de género, la versión feminista del enemigo de clase, vamos el enemigo del pueblo de toda la vida que agudamente retrató Ibsen. Alguien a quien acusar de todos los males, reales e inventados, propios y ajenos, con tal de no mirar dentro de uno mismo. Es ese que impide alcanzar las "desesidades" (neolengua de nuevo), ni siquiera reconocerlas como tales al protagonista de la narración, al sujeto revolucionario 2.0.

Y es que tras la "traición" de la clase obrera al socialismo, la bioideología (os recomiendo la visión del video de Almudena Negro) apuesta expresamente por un nuevo icono revolucionario: frente al póster del trabajador varón industrial, tendríamos el de la empleada del hogar migrante, no blanca (y si me apuran lesbiana o transexual).

Así, desde esta visión apriorística, el libro comienza por identificar las distintas dimensiones de una crisis de la que estallido del 2007 es sólo una manifestación. La afirmación esencial parte de que las dinámicas de los mercados y del capitalismo (se lo que sea lo que la autora entiende por ello) son contrarias a las de la sostenibilidad de la vida, criticando al Estado del Bienestar y al rol de las familias y de la mujer en nuestra sociedad, apuntando algunas soluciones desde su particular visión (muy cerca del folclore indigenista, con aires ecuatorianos o bolivianos), que roza lo ingenuo o lo peligroso (por ejemplo la creación de un sistema fuerte de derechos universales no necesariamente gestionado por un aparato estatal burocrático, más allá de la visión contributiva, que se traduce, en román paladino, en no dejarse limitar por las propias normas para apoderarse de los bienes de los demás y repartirlos a su albur).

Por supuesto, todo estos tiene su orígen en la Universidad Complutense, gestionada por el rector Carrillo, rompeolas de las Españas universitarias revolucionarias. Que haya que aguantar encima que el "neoliberalismo" (sea lo que sea) domina el pensamiento universitario español tiene guasa. Supongo que la "autonomía universitaria" de ese microcosmos universitario, devorador de recursos de los ciudadanos, es el que se pretende reproducir al querer superar ese estrecho marco burocrático estatal.

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