Brasil se enfrenta a su peor y más larga recesión en 115 años
Economía

Brasil se enfrenta a su peor y más larga recesión en 115 años

La economía de Brasil se dirige a su recesión más profunda en más de cien años a medida que la actividad económica se debilita y los precios de las materias primas continúan su quinto año de desplome. La mayor economía de América Latina entró en recesión en 2015 y puede permanecer en números rojos hasta 2017. El año pasado la economía brasileña se contrajo casi un 4 por ciento anual y en 2016 se espera una caída de 3,5 por ciento que podría declinar al 1 por ciento en 2017. De acuerdo a una encuesta semanal del banco Central brasileño reseñada por Bloomberg, todo va mal para Brasil y la recesión actual se prolongará al menos por otros 6 trimestres. El desplome de los precios de las materias primas ha propinado un fuerte golpe al gigante latinoamericano. Será la recesión más larga para Brasil desde que existen estadísticas económicas. Es decir, desde 1901.

Materias Primas Desplome

Los principales impulsores de la crisis brasileña han sido la caída de los precios de las materias primas, que han perdido más del 50 por ciento de su valor desde 2011 como resultado de la desaceleración de la demanda el China; a su vez, el fortalecimiento del dólar en el mercado mundial, que atenta contra las balanzas comerciales del resto del los países; la devaluación del yuan, principal moneda de sus exportaciones y, por supuesto, la crisis política interna de Brasil. Como resultado, la séptima economía del mundo se enfrenta a una inflación de dos dígitos, al aumento del desempleo y a una caída de la demanda interna que golpea todos los sectores. Como el consumo ha representado el 50 por ciento del PIB en los últimos 10 años, la inflación está erosionando el poder adquisitivo y amplificando el descenso de la actividad económica. Brasil enfrenta un panorama muy complejo dado que todas sus cartas de triunfo se han desplomado.

En sus casi 200 años de historia (se independizó de Portugal en 1822), Brasil ha sufrido profundos ciclos de auge y caída. Pero fue la transformación económica llevada a cabo en la década de 1940 con el proceso de industrialización la que marcó el despegue brasileño. En 1940 sólo el 30 por ciento de los 42 millones de habitantes vivía en ciudades. En 1992, casi el 80 por ciento de los 150 millones de habitantes vivía en las zonas urbanas. Asimismo, el sector primario que en 1945 representaba un tercio del PIB, pasó a representar el 10 por ciento a mediados de los años 90. En el mismo período: 1945-1995, la contribución de la industria pasó del 17 por ciento al 42 por ciento. El sector industrial brasileño se consolidó como el más importante de américa latina, exportando maquinaria y bienes de capital. Su industria automotriz también se destacó como una de las más importantes de la zona, aunque nunca, por la pesada herencia colonial, logró destacar con modelos propios. En esto Brasil cedió terreno a la industria asiática de Korea, Malasia y Taylandia, sin contar India y China.

Del sueño a la pesadilla

Brasil es el quinto país más grande del mundo por su masa de tierra y su población. Sus reservas de petróleo en alta mar incluyen los mayores descubrimientos desde 1976. Tiene las segundas mayores reservas de hierro del mundo; es el segundo productor de soja a nivel mundial y el tercer productor mundial de maiz. Sin embargo, la distribución de su riqueza sigue siendo una de las más desiguales del mundo. La bonanza económica de comienzos de siglo XXI y el gobierno de Luis Inázio Lula Da Silva generaron dinero para reforzar los programas de bienestar social. Si bien Brasil soportó con éxito los embates de la crisis mundial 2007/2008 por la demanda china y los altos precios de las materias primas, la desaceleración que desde 2014 viene sufriendo China y el desplome que esto ha significado para los precios de los commodities, han convertido el sueño de Brasil en una auténtica pesadilla.

La imparable caída de los precios y el valor de las exportaciones ha provocado una depreciación del real del 60 por ciento. Esto obligó al banco central a elevar la tasa de interés hasta el 14,25 por ciento para controlar la inflación que llegó a los 2 dígitos a fines del año pasado. Como siempre, las altas tasas de interés han generado suculentas ganancias para el sector financiero pero ha mermado el ingreso de los brasileños por el altísimo costo de los créditos. Esta ha sido la principal causa de la disminución del consumo interno que acelera el proceso de contracción económica. Asimismo, si bien la deuda pública de Brasil llega al 66 por ciento del PIB y está comparativamente lejos de la deuda publica de Grecia (180 por ciento del PIB) o Japón (230 por ciento del PIB), son los altos intereses que paga Brasil los que lo sumergen en una depresión más sombría.

La trampa del círculo virtuoso

La bonanza del período de los altos precios de las materias primas produjeron en Brasil niveles récord de empleo que, como un círculo virtuoso, aumentaron la demanda y los salarios. En los últimos diez años los salarios crecieron más rápido que el PIB y esto permitió a los consumidores endeudarse más, lo que animó más el gasto y potenció el proceso virtuoso de mayor empleo > mayor consumo > mayor salario. Ahora el círculo virtuoso se ha convertido en círculo vicioso y los salarios y el empleo van en reversa mientras los intereses de las deudas no dejan de crecer. A medida que más se tensiona la situación aumenta la tasa de desempleo, la morosidad y los impagos. El círculo virtuoso encierra una trampa mortal que sólo se detecta cuando se inicia la cuenta regresiva.

Ebs Brasil Pib 1970 2017

Los círculos virtuosos tienen además una vida breve en comparación a la longevidad de los círculos viciosos. La economía de Brasil, que en las primeras décadas de este siglo crecía a tasas del 5 y 7 por ciento, comenzó su desaceleración en 2011 (paralelamente al inicio del hundimiento del precio de las materias primas) y ésta no se ha detenido. Al contrario, cada vez se ha profundizado más. El real ha perdido un 60 por ciento de su valor en los últimos cuatro años y los niveles de confianza empresarial y del consumidor están en los niveles más bajos de la historia. Petrobras ha perdido el 70 por ciento de su valor de mercado desde 2007.

La fuerte depreciación que ha sufrido el real respecto al dólar implicará más inflación por el encarecimiento de las importaciones. Este efecto se potencia con la devaluación del yuan, que resta valor a las exportaciones brasileñas y acrecienta el déficit de la balanza comercial. Las exportaciones eran el gran motor de crecimiento de Brasil y cinco países de disputaban casi la mitad del total de la producción brasileña: China, Estados Unidos, Argentina, Holanda y Alemania. La desaceleración de la demanda global y, sobre todo, la caída de los precios de la materias primas tiene hoy a Brasil sumergido en su peor crisis en 115 años.

La última vez que Brasil tuvo dos años de recesión continuada fue entre 1930 y 1931. Pero nunca ha tenido una crisis tan profunda como la que está sufriendo ahora y que puede prolongarse hasta el 2017. Según los datos del Instituto Nacional de Investigación Económica IPEA, esta sería la crisis más larga desde 1901.

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