El colapso financiero y la década perdida

El colapso financiero y la década perdida
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Si una imagen vale más que mil palabras, esta gráfica de Financial Times habla por si sola: la caída de los cuatro indicadores más influyentes del mercado durante los últimos dos años, los hundieron a niveles inferiores al que ostentaban al principio de la década. Por eso podemos hablar del colapso financiero y la década perdida.

Y aunque los pulsos bursátiles de los últimos días intentan mostrar que no todo está perdido, la fuerte corrección a la baja de la economía estadounidense informada ayer, pone el trago amargo en este fin de año. El crecimiento del tercer trimestre no fue del 3,5% anunciado previamente, sino de apenas un 2,2%. Un error de proporciones que hace aún más lejana la recuperación, y que puede repercutir de inmediato en las bolsas. Este dato pone aún más en el tapete las Opiniones cruzadas de la Casa Blanca, entre Larry Summers y Christina Romer. El desplome financiero de la década da cuenta de los excesos de un sistema financiero que operó como un casino, con insostenibles niveles de apalancamiento y solo amparado en el esquema Ponzi, que requiere siempre el ingreso de dinero fresco para funcionar, dado que a la hora que se corta el suministro colapsa. La sorpresa general es que todas las instituciones financieras, libres para autorregularse a sí mismas y disponer de las jugosas ganancias entre sus miembros, debieron ser rescatadas por gobiernos y contribuyentes en estos períodos de vacas flacas, para mantener las apariencias.

La borrachera de Wall Street de la cual habló el aún presidente Bush en julio del año pasado, dos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers, terminó no sólo con el mito de la autorregulación de los mercados, sino también con el mito de las expectativas racionales, y el mito de los mercados altamente eficientes. Hermosas teorías de pizarrón, que nada tienen que ver con la realidad.

El daño estructural en que se encuentra la economía mundial (con el mayor desempleo en décadas, quiebras en todos los sectores, gigantescos déficit fiscales) no permite hablar ni de brotes verdes ni de recuperaciones rápidas. El caso de Japón, como lo he señalado desde un principio, con dos décadas de estancamiento, es el escenario futuro más probable. La fragilidad financiera tiene viviendo a los mercados una situación de alta volatilidad, demostrando lo vulnerable que ha quedado el sistema frente a los shocks adversos.

Los brotes verdes no constituyen ninguna estabilidad ni garantía de recuperación. Sólo el desarrollo de planes de supervisión financiera y de estímulo macroeconómico bien calibrados, atentos a los costos, y, sobretodo, con objetivos de mediano plazo, pueden sacarnos del atolladero. Ante cualquier paso en falso nos espera otra década perdida.

En El Blog Salmón | La década del fin del sueño americano Imagen | Financial Times

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