Bueno, seguro que a esta pregunta hay muchas respuestas: ganando una primitiva, vendiendo sellos, poniendo la mano en Marbella, especulando con la vivienda... pero desde ayer, La Sexta nos da una vía más: participar en "El vídeo del millón de euros", un programa que premiará con esa cantidad a los videos más divertidos y originales que envíen los telespectadores.
Un premio suculento, ¿no?. La pregunta es... ¿cuánto espera ganar Globomedia, la productora del programa, para poder entregar con tal alborozo esa cantidad tan jugosa?. Otra cosa no se podrá decir, pero es evidente que Emilio Aragón y sus chicos saben hacer negocios, y este caso seguro que no es diferente. Por un lado, nos encontramos con que se trata de un programa realmente baratito: un plató sin mucha historia, cuatro presentadores de la "pandi"... y poco más. Porque el contenido lo van a poner los telespectadores, con su ingenio y sus propios medios. Y gratis. Así que por el lado de los costes, no hay mucho.
Veamos el lado de los ingresos. Por un lado, Globomedia se reserva el derecho sobre... bueno, sobre básicamente todo: derechos de imagen, de explotación, de difusión, sobre la biografía, sobre el nombre del concursante... si hay forma de sacar un euro con ello, lo cobrará Globomedia. ¡Y vaya si hay formas! Para empezar, el procedimiento de votación de los vídeos es a través de SMS o teléfono. Después, la idea es que los contenidos se puedan visionar en la web del programa. Pero también que se puedan descargar en móviles de tercera generación. Más euros al zurrón. Y claro, este es un programa por el que la Sexta habrá pagado su dinerito. Círculo cerrado, gana la banca.
¿Cuáles son los riesgos potenciales de este modelo de negocio? Primero, ver si el programa consigue el tirón suficiente que garantice tanto el envío de contenidos originales (aunque para eso vale con unos pocos que se animen) como sobre todo la masa crítica en el sistema de votación, que proporcione rentabilidad. Es un punto importante, teniendo en cuenta que es verano y se trata de una cadena con índices de audiencia todavía modestos. Y luego, ver si el modelo de explotación de estos contenidos en internet y dispositivos móviles funciona, en un ecosistema donde la gente está más que acostumbrada a evitar, si puede, pagar por ningún tipo de contenido.