¿Quién quiere ser socio minoritario?

¿Quién quiere ser socio minoritario?
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En general, lo de ser socio minoritario no mola nada. Y da igual que sea en la ferretería de la esquina, en el club de futbol o en la gran empresa megachachi que va a acabar con los paradigmas de la vieja economía. Al minoritario, al pequeño accionista, se le suele hacer la vida imposible: Aferrándose al principio de un euro, un voto, los mayoritarios le pasan por encima. Es más, a veces basta con una minoría bien organizada ante la atomizada masa accionarial. Qué se lo digan a los Presidentes de Bancos como el BBVA. y frente a todo eso, los poderes públicos miran para otro lado, no debe ser prioritario para ellos, garantizar los derechos de los pequeños, ni la existencia de una verdadera democracia del capital en el seno de las empresas, que junto con las familias forman las células básicas de nuestra sociedad occidental.

Por tanto, ¿quién en su sano juicio busca ser socio minoritario? No me refiero a aquellos que tiene una finalidad financiera en esa timba en la que se ha convertido la Bolsa, y en la que las manos fuertes, los intereses creados, hacen que lo de capitalismo popular (ojalá lo fuese) suene a chiste, y que en ocasiones deben recurrir a sindicar sus derechos, a agruparse para defenderse. Tampoco me refiero a aquellas ONGS que como parte de su estrategia de comunicación buscan hacerse con un pequeño paquete de acciones, que les de derecho a hablar en la Junta de Accionistas poniendo a parir al Consejo o proponiendo iniciativas o censurando comportamientos. No. Hablo fundamentalmente de casos en empresas que no cotizan en Bolsa. Estoy hablando de las empresas que se esconden detrás de anuncios que vemos con frecuencia en los diarios nacionales. Anuncios en los q se ofrecen a comprar participaciones minoritarias. Vienen a ser empresas que ofrecen un puente de plata a los pequeños accionistas de sociedades que no cotizan, sin capacidad de influencia de las mismas, y sin rendimientos económicos que llevarse a la boca, que ya se encargan de eso los órganos de administración. Así, ante la oferta de un tercero, por baja que esta sea, suelen mostrar su interés y cerrar. ¿Pero quién es este tercero?, ¿qué le puede interesar?

Estos terceros son, generalmente, empresas especializadas en hacérselo pasar mal a los que se apoyan en su control de la administración de la empresa. ¿Cómo? Con paciencia, tiempo, dinero, y asesoramiento jurídico. Se trata de convertir el día a día de la empresa en una batalla de minas. La ley da al socio minoritario una serie de derechos que pueden ser usados para entorpecer la gestión de la empresa, especialmente si se ha estado acostumbrado a mandar sin oposición. Se trata de cuestionar todas y cada unas de las decisiones, acogiéndose a cualquier formalismo. Se trata de vigilar de cerca a la mayoría para evitar cualquier tipo de lucro que pueda ser censurado. Se trata de pleitear por pleitear, llegando en ocasiones a la querella catalana, el uso de la jurisdicción penal, sin posibilidad de éxito, solo para amedrentar. Por supuesto, que como ya he dicho, para esto se necesita tiempo y dinero. Dinero para hacer a posteriori una oferta de compra de la empresa al socio cansado de batallar.

Y es que hay socios minoritarios y socios minoritarios.

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