Bajar salarios no es la solución

Bajar salarios no es la solución
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Poca gente duda a estas alturas de que si España estuviese en posesión de una moneda propia, habría optado por devaluarla para salir de la crisis económica. Sin embargo, la pertenencia de nuestro país a la Eurozona tenía un coste añadido: el euro. Ante esta situación, el camino seguido por nuestro Gobierno para sacarnos del atolladero en el que nos encontramos inmersos no está siendo otro que contener los salarios, lo cual no es una decisión acertada.

Hace unos días comentábamos como nunca antes el conjunto de las remuneraciones salarias había caído tanto en un sólo trimestre. El descenso del 8,5 % de los salarios durante el último trimestre de 2012 no es una excepción, sino el camino marcado por nuestro Gobierno para hacer más competitiva nuestra economía. Durante los años previos al estallido de la burbuja inmobiliaria, el PIB español creció gracias a que la contratación se disparó. Sin embargo, la productividad de los nuevos empleos no era demasiado alta, por lo que las empresas se sobredimensionaron y se volvieron ineficientes. En este contexto, los sueldos también aumentaron a buen ritmo en paralelo a las subidas de precios. España iba bien y nadie preveía la llegada de vacas flacas.

Ahora la situación es bien diferente porque la economía española tiene que ser más competitiva y recuperar la productividad perdida. La vía para conseguirlo está siendo las rebajas salariales, los despidos masivos de trabajadores temporales y el incumplimiento de los convenios colectivos. Sin embargo, si a este contexto de devaluación interna vía salarios le unimos las subidas de impuestos y la alta inflación, el resultado no es otro que una pérdida de poder adquisitivo sin precedentes por parte de los consumidores.

La peligrosa combinación de reducir salarios y destruir empleo, unido a los innumerables ajustes que el Gobierno ha llevado a cabo en prácticamente todas las partidas presupuestarias destinadas a incrementar el bienestar social ha traído consigo un peligroso empobrecimiento de la población.

Por tanto, la solución a los males de nuestro país no pasa por bajar salarios porque como ya hemos manifestado en varias ocasiones, estos no son altos en comparación con los de nuestros vecinos europeos. Bajando salarios sólo conseguimos empobrecer a los ciudadanos y lastrar el consumo interno, lo que evidentemente impide el crecimiento de las empresas y dificulta la contratación.

España no debe convertirse en la China europea. La solución es más de competitividad. Las empresas han de ser más productivas, no sólo los trabajadores, y ello pasa por destinar los beneficios empresariales no sólo a repartir dividendos o cancelar deuda, sino a inversiones que les permitan crecer y generar riqueza. Sin inversión no hay crecimiento, sólo pobreza. Bajando salarios sólo conseguiremos condenar a los ciudadanos a practicar una economía de subsistencia que poco o nada beneficia a la economía en su conjunto.

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