No sé si los lectores recordarán la fallida privatización de Loterías del Estado en 2011. En aquel momento se paró debido a que los precios parecían bajos. En su lugar, un año después, se creó un impuesto de un 20% sobre los premios que hasta entonces estaban libres de impuestos.
A día de hoy Loterías sigue siendo la empresa que factura más en España dentro del sector del juego, 8.500 millones de euros (datos de 2013). Pero ya se aprecia una caída del 8,5% respecto al año anterior. ¿El motivo? Cada vez hay más competencia en el juego.
Cada vez hay más oferta de juego, debido principalmente a Internet. La quiniela, por ejemplo, es una forma bastante burda de hacer apuestas deportivas cuando es muucho más atractivo apostar por partido, goles, resultados, etc. Y todo eso a un click de distancia.
Además los casinos están subiendo su facturación y eso sólo puede ir en detrimento de las loterías más clásicas. 2011 fue un buen momento para vender Loterías y poner un impuesto sobre los premios. Si en dicho momento no había suficiente demanda se podría haber pospuesto unos meses.
Además no me parece muy lógico que el Estado tenga participaciones (en este caso la propiedad al 100%) de una empresa de juego, al igual que no me parecería bien que tuviera participaciones en empresas de tabaco o alcohol. El Estado tiene ahí intereses contrapuestos, por un lado evitar las adicciones y por otro vender más. No tiene sentido.