La decadencia de los bancos centrales y la política monetaria

La decadencia de los bancos centrales y la política monetaria
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Desde el estallido de la crisis financiera los bancos centrales han recortado las tasas de interés, han rescatado a la banca y la han ayudado a ocultar sus fraudes y han comprado grandes cantidades de bonos soberanos. Estas medidas han producido resultados miserables a nivel económico, mientras el dinero fácil ha gestado numerosas burbujas especulativas que no tardarán en sacudir los mercados. Tras siete años del estallido de la crisis existe una debilidad crónica en la economía mundial y un alto riesgo de recaída si la desaceleración china se intensifica. Los débiles resultados en materia de empleo y crecimiento tienen en entredicho la recuperación. A su vez, las políticas monetarias sufren de un grave agotamiento, y su influencia atraviesa una profunda decadencia. Lejos están los tiempos en que Alan Greenspan o Paul Volcker eran venerados como deidades del mercado por su control sobre la cantidad de dinero y su agudeza para fijar la tasa de interés. La política monetaria ha caído en forma implacable y sufre sus más serias contradicciones con una oferta de dinero por las nubes y una tasa de interés por los suelos. ¿Quién puso a los banqueros centrales en ese sitial de total independencia de los gobiernos, y sólo preocupados del control de la inflación? Además, ¿qué sentido tienen las tasas de interés del 0,25% anual si la banca presta al 8%? ¿Por qué no se deja que los bancos centrales presten directamente a la gente y a las empresas al 0,25%?

La recuperación económica languidece precisamente porque las medidas de los bancos centrales no han fluido hacia los sectores productivos. Se han quedado en la estratosfera de la banca y resolviendo los problemas de la banca. El dinero no ha fluido al sector privado en forma de crédito dado que los banqueros prefieren apostar en las bolsas de valores, donde los precios han alcanzado niveles vertiginosos en los últimos meses. Una vez más, los valores bursátiles se están acercando a niveles similares a los que precedieron el estallido de la burbuja en 1929, en 1987 o en 2008.

Deflación y ciclo económico

Pero los bancos centrales quieren seguir hinchando la burbuja y chutear el gran problema para más adelante. El Banco Central Europeo piensa comprar títulos por un billón de euros dado que necesitan aumentar la inflación. Se calcula que un billón de euros puede aumentar la tasa de inflación entre 0,2% y 0,6%. La apuesta puede ser por 2 billones de euros (€2.000.000.000.000) para evitar el fenómeno de la deflación, hecho que llevaría a navegar a los bancos centrales por aguas desconocidas. Como vemos, el antídoto para la deflación es el hinchamiento de más burbujas, lo que equivale a más dosis del mismo veneno o apagar el incendio con combustible.

Lo que debemos dejar en claro es que las mismas fuerzas que desataron la crisis siguen presentes con gloria y majestad en el sistema financiero. Nada se hizo por depurar y limpiar el sistema y éste se acomodó a sus vicios con la total desconexión a la economía real. Se ha impuesto la lógica de la especulación en la cual un mercado alcista alimenta un mercado alcista y un mercado bajista potencia el mercado bajista. Nunca ha interesado el ciclo económico real a los banqueros centrales y siempre actúan ante hechos consumados.

Si los banqueros centrales quieren tener un futuro deberán abandonar sus políticas sobre el control de precios y preocuparse por el ciclo económico. Más importante que la evolución de los precios es la evolución del ciclo económico: moderar la expansión económica apenas se vislumbre un sobrecalentamiento del crédito y posibles burbujas; y expandir la capacidad de la economía cuando se detecten holguras que generen aumentos del desempleo o caídas en la inversión. Cuidar el ciclo económico y evitar fluctuaciones violentas será la tarea de los bancos centrales una vez que estalle la próxima burbuja.

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