Opiniones cruzadas en la Casa Blanca

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Dos de los principales asesores de la Casa Blanca han dado opiniones muy diferentes sobre la salud económica de Estados Unidos. Mientras Christina Romer, Presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente, ha señalado que a la recesión aún le espera un año 2010 bastante duro en materia de empleo, Lawrence Summers, Director del Consejo Económico Nacional, señala que la recesión ha terminado y que a partir de ahora todo serán cifras azules. ¡Eso no es así! dijo Christina Romer cuando le preguntaron si la recesión era cosa del pasado.

Lo medular es que el tema del empleo es la amenaza estructural más seria que enfrenta la economía de los países industrializados. Cálculos muy reales advierten que la economía de Estados Unidos puede tardar siete años en llegar al nivel de empleo previo a la crisis, lo que anticipa que la demanda continuará débil por largo tiempo. Más aún si los planes de estímulo, que son, a la larga, los que han mantenido en pie al planeta durante todo este año, se terminan en marzo.

Como señaló Paul Volcker a Der Spiegel el fin de semana:

la recuperación será muy lenta y restringida por una variedad de razones en la que no descarto la posibilidad de una recaída, por eso debemos tener cuidado. El colapso financiero ha dado cuenta de los grandes desequilibrios económicos, con mucho consumo y poca inversión. No hemos estado en un modelo sostenible y esto tiene que cambiar. Pero los cambios no se pueden hacer en un trimestre, ni en un año. Y si no hacemos el ajuste, y volvemos a la bomba del consumo, caminaremos directo hacia una nueva crisis.

De ahí que las declaraciones de Lawrence Summers resulten insólitas. Su actitud no hace más que demostrar la tendencia de gran parte de los economistas de negar la realidad y despreciar ampliamente el tema del empleo, dado que consideran que los mercados son inherentemente autorregulables. En este sentido creen que es el sol el que gira alrededor de la Tierra y que la órbita actual es sólo una aberración temporal; que se trata de esperar un poco "para que todo vuelva a la normalidad".

Afortunadamente, el presidente Obama, al menos en este aspecto, sí tiene los pies en la Tierra y ayer llamó a los bancos a realizar un esfuerzo extraordinario para promover la recuperación de la economía. En una reunión con altos representantes con las instituciones financieras, Obama les recordó que recibieron una gran ayuda del Estado y los contribuyentes y ahora tenían que poner de su parte: comenzar a dar crédito a las personas y empresas y ayudar a que la economía vuelva a moverse.

Adoptando una estrategia ofensiva, Obama advirtió que no va a permitir bloquear la reforma a la regulación financiera, aprobada la semana pasada en la Cámara de Representantes pero que debe cruzar la dura barrera del Senado, donde todo se arregla entre cuatro paredes. Por ello Obama enfatizó:

Les digo claramente que no tengo ninguna intención de permitir que los grupos de presión detengan las reformas necesarias para proteger a los estadounidenses. Estoy dispuesto a luchar por ello

Obama señaló que recibe cientos de cartas de pequeños empresarios que han solicitado préstamos a la banca y ésta se niega a darles crédito, optando por tener el dinero guardado. La banca sigue paralizada y la inacción y desconfianza de hoy es un pálido reflejo de la osada banca de ayer que tenía en sus manos el control y el dominio del mundo. La exuberancia irracional de su excesivo apalancamiento tiene al mundo atrapado en el letargo. Por eso Lawrence Summers cree que todo va viento en popa.

Más información | El País, Der Spiegel, Fox News Imagen | TopTechWriter

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