Mobbing sindical

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Hace cosa de algo menos de un lustro me tocó muy de cerca un caso de mobbing laboral. Lo cierto es que fue algo que me revolvía el estomago. Discriminación sexual, represalias por una maternidad inconveniente, uso inadecuado de la autoridad, ostracismo profesional, etc. Eso si, a diferencia de otras muchas historias similares el asunto acabó muy bien (indemnización y rápida recolocación externa). Pero con la ejecutiva fuera de la empresa.

Aquello me dejó huella. Y quizás lo que más me impresionó no fue la actitud de los superiores jerarquicos mediatos o inmediatos, como la de sus propios compañeros de trabajo. Cada uno por motivos diferentes formaban parte del engranaje que había desencadenado uno de los responsables: el miedoso, el pelota, el candidato a sustituir a la acosada, etc. Sinceramente repugnante, pero muy clarificador. El mobbing es muy difícil de llevar a cabo sin la colaboración de compañeros de igual o inferior rango. Me temo que pocas veces se repara en ello. Tan pocas como en recordar que también existe el mobbing sindical.

Cuando hablamos de mobbing en el seno de la empresa lo habitual es hablar del puteo de los jefes. En la situación expuesta resultaba claro. Tan claro como que el Sanedrín comentado era cooperador necesario. De eso se habla poco en los periódicos, en los medios. Vende más la imagen del autócrata que explota y vilipendia a los empleados. Los mismos medios que suelen olvidar que el mobbing tiene su vertiente escolar, en la más tierna infancia, y que ¡oh la la!, en ese marco quien lo suele llevar a cabo, mayoritariamente, son los propios compañeros de las victimas, no tanto los maestros (el termino educador es risible), que eso si, pueden tener también sus responsabilidades.

¿A dónde quiero ir a parar? A que dentro de la empresa se da, al margen del mobbing comentado, empresarial o de arriba a abajo, un mobbing de abajo a arriba u horizontal, de los subordinados hacia su responsable, o entre compañeros de igual o similar jerarquia. Y, en estos casos, suele jugar un papel relevante alguna organización sindical. Anatema, pecado, un sindicato puteando trabajadores. Pues si.

Me temo que para la práctica del mobbing tan solo hace falta un grupo de intereses dispuesto a sacrificar una victima con el fin de lograrlos. A partir de ahí vale el mentir, el difundir rumores, realizar actos de humillación, intoxicar a otros miembros de la organización, etc. Todo con tal de minar la credibilidad y la resistencia moral de la víctima. Y para ello, la estructura del sindicato y las prerrogativas de algunos de sus miembros resulta ideal (unas veces sirviendo a interes personales de los mismos, y otras a las de la propia entidad sindical). Especialmente cuando la empresa esta dispuesta a entregar en bandeja en muchas ocasiones a aquellos peones que resultan incómodos a los sindicatos. No dejan de ser piezas de intercambio en el tira y afloja diario.

Se llega así a producir la paradoja de que el trabajador, el profesional, queda aplastado entre dos organizaciones: la empresarial y la sindical, aquella para la que trabaja y aquella que dice defenderle. Eso si, previamente más apaleado que los desafortunados primos del pulpo Paul.

Más información | Qué.es
En Pymes y autónomos | El Mobbing en la empresa (I): Concepto y clases, El Mobbing en la empresa (II): Fases

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IC ha sido colaborador habitual en El Blog Salmón y ahora escribe una
columna semanal donde muestra su punto de vista de los asuntos económicos
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