No tan solos ante el peligro [por IC]

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Quiero pedir perdón a aquellos (pocos) que hayáis echado en falta la columna semanal. Lo cierto es que he tenido dos faltas en este mes, pero no es nada serio, o al menos nada como lo de Penélope. La última, la de este domingo ha sido intencionada. Que mejor que aprovechar el incomparable marco que nos han proporcionado los sindicatos para dos posts, uno el día de la huelga, y otro el día después. Y así de paso, pagaba mis deudas. Dicho y hecho.

El caso es que el suscribe no ha hecho huelga y ha tenido una jornada profesional la mar de tranquila y centrada. Creo que incluso ha sido más productiva, por razones que no vienen al caso, que las de días similares. Tan metido estaba en que no me paré a pensar donde iba a comer. Me encaminé hacia el restaurante habitual de los miércoles. Y llegado ese momento, al ver la mezcolanza de locales abiertos y cerrados, y cierto ambiente de festivo desangelado, me empecé a barruntar que quizás estuviese cerrado, como finalmente ocurrió. Entonces no pude menos que acordarme de la impagable Solo ante el peligro.

Me avergüenza contaros la trama de este clásico inmortal, ya que supongo que todos la conocéis. De no ser así, haceros un favor y vedla. Pero mientras tanto, leeros el post de Blog de Cine. Quedaos con lo que señala Jesús León, al hilo de una de las posibles interpretaciones de la cinta (en mi opinión la más acertada de todas).

Hay muchas interpretaciones de la película, como que se trata de una punzante parábola sobre el maccarthismo: una comunidad paralizada por el miedo que ha perdido su sentido moral y capacidad de acción. El guionista fue procesado en la caza de brujas por su supuesta vinculación comunista y también se vio, como el protagonista, completamente solo.

Lo tremendo del tema es que Elia Kazan, que vivió esos episodios desde la otra orilla, filmó una obra con la que encuentro muchas similitudes, como es La Ley del Silencio. El peso que arrastran los personajes de Cooper y Brando son los mismos: la defensa de sus ideales, de lo que consideran que es correcto, que es su deber, frente a la salida fácil, y todo ello en medio de una tremenda soledad y ausencia de apoyos.

Hoy, en las calles por las que paseé creo haber visto algo de esto. Hablo de comerciantes, de hosteleros, que han abierto sus locales, que han decidido dar servicio a sus clientes. Soy consciente de que habrá muchos que no lo hayan hecho por apoyo suyo o de sus plantillas a las huelgas, pero también estoy seguro que muchos más no lo han hecho por miedo a tener mucho que perder y poco que ganar (es el caso del dueño de mi restaurante habitual). Tal y como se presentaba el día, mucho había que haber facturado si te tocaba la lotería de que alguien te “informase” con tecnología del Paleolítico, que te suministrasen doctrina finos constitucionalistas. Por eso, ante el análisis de expectativas de beneficios y costes hubo persianas que no se levantaron. Y seguramente tenían razón. El miedo es libre, y no voy a ser yo el exija el heroísmo empresarial.

No lo exijo, pero si deseo que se reconozca dicho heroísmo empresarial, si que creo que debe ser tenido en cuenta por aquellos que dan razón a su existencia: los clientes. Me refiero al pequeño restaurante que he descubierto, y al que a partir de ahora iré un miércoles de cada dos. Ese restaurante, la tienda de fotografía de la esquina, la peluquería de la plaza, todos ellos tienen mi admiración, y desde hoy un nuevo cliente que se siente muy próximo a ellos. Que no arrojen su estrella.

Mañana más.

En El Blog Salmón| 29-S Huelga general: el día en el que todos ganaron y sólo perdió la sociedad, ¿Hasta cuándo vamos a estar sin una Ley de Huelga?

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IC ha sido colaborador habitual en El Blog Salmón y ahora escribe una
columna semanal donde muestra su punto de vista de los asuntos económicos
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