La Polar: congelando el mito de los créditos al consumo

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Uno a veces tiene un caracter hosco, levantisco. Especialmente cuando le quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Pues bien, hace años ha que lo intentan con los supuestos poderes taumatárgicos de los establecimientos financieros de crédito. Y no trago. Me cuesta creerme sus cifras de morosidad, por mucho que me las auditen y reauditen. Así que, vais a tener que aguantarme hablar del tema a propósito de uno de los escándalos financieros del año en Sudámerica: la crisis de La Polar.

Me da un poco de vergüenza hablar del tema estando Marco Antonio en el panel de editores, pero siendo una mera excusa para tratar otros temas me he animado a ello. Asi que lo primero es presentaros a La Polar, empresa chilena cotizada en Bolsa, y uno de los referentes del sector de la dsitribución en aquella zona. La Polar, salvando las distancias, vendría a ser un Corte Inglés. Pues agarrénse, este gigante de la distribución anunció el mes pasado un agujero en sus cuentas de 428 millones de dólares. Parafraseando a Vargas Llosa, ¿en que momento se jodió la Polar?

La Polar, como empresa de distribución moderna, esta más cerca de las empresas financieras que de los antiguos ultramarinos. Esta afirmación tiene un doble sentido. Por un lado son empresas con periodos medios de maduración negativos: cobran al contado y pagan a plazos. Eso les confiere un muscúlo financiero temible. Pero es que, por otro lado, para favorecer ese consumo del que viven, llegado el caso, financian las compras a sus clientes a través de tarjetas propias, préstamos, etc….de tal modo que puede usarse como herramienta para incrementar las ventas, pero también como palanca de beneficio directamente.

Guillermo Larrain nos explica las distintas causas que llevaron a que La Polar se fundiese. Y en el mecanismo final nos encontramos con un viejo conocido, los superpoderes de la contabilidad creativa o como convertir el plomo en oro. Los créditos impagados, en vez de agujerear la cuenta de resultados vía provisiones y fallidos eran refinanciados sin limite, sin el consentimiento del cliente,mutándose en un activo de lo más rentable. Vamos, que eso no era un morosos, era un cliente que nos dejaba golososn intereses y que era tan majo que prefería no pagárnoslo para asi debeernos más. Conclusión: se pasaba de tener que declarar perdidas a tener que declarar beneficios astronómicos.

Larrain menciona responsables como los bonistas (fondos de inversión y de pensiones), los Bancos del grupo, las auditoras, la Dirección y especialmente la ausecia de un supervisor. En este sentido en España este tipo de operaciones se llevan a través de EFCs, Establecimientos Financieros de Crédito, cuyo supervisor directo es el Banco de España, de tal modo se encuentran separados del negocio de la matriz comercial. Cabe preguntarse si con eso basta para evitar o limitar los problemas. Me temo que no, que los EFCs vinculados a entidades comerciales, al igual que los dependientes de las entidades financieras para sus préstamos de consumo van a sufrir. Y ya no digo nada de los independientes.

Durante estos años de espléndor podían ocurrir dos cosas con las operaciones concedidas por estos agentes. Podían salir bien on podían salir mal, vaya sorpresa. Si salían mal, generalemnte la solución estribaba en ir a su banco a que se lo refinanciase, apoyado en el dinanmismo económico y en la expansión del precio inmobiliario: rehipoteca al canto. Y si el Banco no tragaba, a la competencia solo o en compañía de brokers de refinanciación. Por supuesto, siempre se podía aprovechar el cambio de vivienda para englobar esos molestos préstamos. Y claro, a volver a darle a la EFC, que el historial de pagos era maravilloso. Si esto era así en los EFCs no pertencientes a grupos financieros, no quiero imaginar lo fácil que resultaba en los que si lo eran.

Durante años se ha vendido que este negocio era goloso y con un bajo riesgo. ¿Cómo se cuadraba el círculo? Cada uno vendía su moto: que si contaban con procedimientos de analisis predictivo abracadabrantes, que si al tener la información de los patrones de consumo de sus clientes acertaban once de cada diez veces o que si su departamento de cobro de morosos lo había fundado Chuck Norris. Ya, ya. La clave estribaba en que su muerto lo enterraba bien otro operador financiero, bien el Banco de referencia, bien la división hipotecaria del propio grupo. las cifras de morosidad lucían espléndidas.

Pero cambia el escenario, como cambia en Chile, y esas clases populares que se creían ricas a lomo del crédito se encuentran con que nadie les ofrece un caballo nuevo para continuar con la cabalgada. El hipotecario no da más de si. Los marrones en las EFCs de grupos bancarios serán los únicos que gocen de esa bula, de poder figurar con ratios de mora golosas, ya que en cuanto detecten el problema se lo traspasaran al Banco vía hipoteca. Pero el resto se enfrentan a tener que reconocer que deberán soportar sus errores crediticios, a convivir con ellos en sus balances.

Desconozco si en La Polar, si en Chile, ocurrió tal como lo describo. Aqui, en la meridional España, no tengan duda: así fue y así está siendo.

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