Trazabilidad de medicamentos, ¿solución de consenso?

Trazabilidad de medicamentos, ¿solución de consenso?
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Hace semanas nos hacíamos eco de la polémica surgida entre la patronal de laboratorios farmacéuticos, Farmaindustria, y el sector de distribución de medicamentos, a cuenta de el supuesto desabastecimiento de productos para el usuario final.

El quid de la cuestión es, en realidad, la exportación paralela. En España, los laboratorios se ven obligados a vender los medicamentos a un precio intervenido por el Ministerio de Sanidad. Mientras, en otros países (incluso dentro de la Unión Europea), el precio del medicamento es más alto. Esto provoca que los distribuidores farmacéuticos intenten "distraer" productos inicialmente destinados al mercado nacional (comprados a los laboratorios, por lo tanto, al precio intervenido y aplicando para la venta, de forma escrupulosa, el margen establecido para la distribución) para venderlos en el extranjero, obteniendo un mayor margen de beneficio.

Esta situación supone un equilibrio complejo. Por un lado, no se trata de nada ilegal. Alegal, como mucho. Sin embargo, atenta contra los intereses de los ciudadanos españoles (a quienes se supone que iban dirigidos los medicamentos al precio establecido por el Ministerio). Atenta también contra los intereses de los laboratorios, que ven como un tercero (el distribuidor) vende en el mercado exterior un producto haciendo competencia al propio laboratorio, que pierde el margen que obtendría allí. La ecuación es aún más dificil por cuanto gran parte de la distribución farmacéutica está en manos de cooperativas formadas por los propios farmacéuticos, que finalmente acaban haciendo malabares entre los intereses de sus usuarios (el cliente final) y los suyos propios (la rentabilidad de sus cooperativas).

Los laboratorios han luchado contra esta situación de la forma que mejor podían. Por ejemplo, restringiendo la cantidad de producto que vendían a los distribuidores, cuando consideraban que había indicios de que tal cantidad excedía las necesidades del mercado interior (de acuerdo a series históricas) y que podía ir destinada al comercio paralelo. Esta medida, claro, suponía un riesgo de desabastecer el mercado interior si sus cálculos no eran correctos

También surgío la idea (como en el caso de Pfizer) de asumir ellos mismos la distribución de medicamentos a las oficinas de farmacia, evitando así el intermediario que destinaba producto al mercado exterior.

Finalmente, parecía que el borrador de Real Decreto sobre Trazabilidad de Medicamentos elaborado por el Ministerio de Sanidad podría ser una solución: mediante la identificacion individual de los productos podría saberse a qué mercado estarían dirigidos, y detectar qué partidas dirigidas al mercado interior se derivaban al exterior, permitiendo a los laboratorios actuar contra los distribuidores.

Sin embargo, este no es el último capítulo de este culebrón, puesto que la patronal de la distribución farmacéutica, Fedifar, esgrime dificultades técnicas para la implantacion del Real Decreto.

Por lo tanto, la polémica sigue en pie...

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