¿Se puede curar la corrupción con homeopatía inversa?

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Comentaba el otro día el asunto Bárcenas, a propósito de darle una utilidad práctica a este sinsentido en el que vivimos. Si se me permite la metáfora, España está enferma, con afecciones varias. Y aunque las causas son comunes, se manifiestan a través de distintas patologías que nos aquejan. Por ejemplo la corrupción. Lo curioso es que pretenden tratar esta enfermedad con una suerte de homeopatía inversa.

Los defensores de la homeopatía se acogen al principio de que lo semejante se cura con lo semejante, frente a la medicina tradicional, a la que califican de alopática, de intentar sanar mediante el principio opuesto. Lo que vienen a realizar en los tratamientos homeopáticos es tratar al enfermo con ese mismo elemento que le causa la enfermedad pero diluido, muy diluido. Tan diluido que finalmente desaparece. Entre nosotros, lo de la homeopatía no me convence nada de nada. os remito al programa que le dedicaron en Escépticos al tema.

Lo curioso es que en el ámbito que nos ocupa, en el la gestión económica, en el de la relación entre la esfera pública y privada, se apuesta por tratar al enfermo con más de lo mismo, pero en vez de diluirlo lo que se hace es concentrarlo al máximo. ¿Pretenden curar al enfermo o tratan de rematarlo?

Si nos centramos en las informaciones difundidas sobre este y otros casos similares, la parte sustancial de la pastuki, de los ingresos no declarados, de la mandanga que recogen los partidos políticos y/o sus militantes y/o cargos públicos no viene de entusiastas seguidores. Se trata de transacciones mercantiles, de pagos. Do ut des, que se dice en latín, te doy para que me des. Adjudicaciones de obras públicas, contratas municipales, concesiones administrativas, etc...no es nada personal, son sólo negocios.

Resulta evidente que los partidos, los políticos, son los primeros interesados en contar con herramientas legales o presupuestarias para interferir en la Economía. Da igual que sean del PSOE, del PP; de IU o de CiU. Saben que de este modo serán la llave para los negocios privados de muchos, y son conscientes de que tienen un precio que van a cobrar. Y para ello hay fórmulas legales y menos legales.

Pero de esto a casi nadie le apetece hablar, y todos se esconden detrás de la defensa del Estado del Bienestar, de su concreto Bienestar. Y cuando afloran a la superficie los cadáveres putrefactos de la corrupción gritan más madera: más control, más intervencionismo, más de lo mismo. Fallan las personas, no el sistema, dicen, y defienden que con las personas correctas esto no ocurriría. Supongo que se refieren a los que miraban hacia otro lado mientras a Amy Martin, la del socialismo gótico 2.0., se le pagaban 3.000 euros por artículo desde una Fundación sostenida con dinero público.

De eso nada, no es una cuestión de personas, es una cuestión de sistema. De un sistema que se niegan a desmontar y del cual son los primeros beneficiarios. Y como todo corrupto sabe, como todo delincuente de poca monta conoce, nada como pringar a los demás, nada como conseguir que todo el mundo se manche de mierda para conseguir las máximas adhesiones. Mientras sueltes pensiones, subvenciones, créditos blandos, podrás seguir robando, pues los beneficiarios de las migajas que dejes caer del mantel te defenderán hasta el fin.

Por enésima vez lo digo. En estas situaciones, la primera víctima es la libertad, no el Estado, ni los políticos, ni las empresas que pacten con ellos.

En El Blog Salmón | La crisis económica y el Derecho Penal del Enemigo Más información | Politikon, Financialred

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