Que las pensiones públicas en España están en peligro es algo que todos sabemos. El sistema es cada vez más insostenible por la inversión de la pirámide poblacional y la incapacidad del Estado para solucionar el problema intentando equilibrar ingresos y gastos.
Siendo así lo lógico sería pensar que los españoles no hacen más que contratar planes de pensiones como locos. Sin embargo si miramos una gráfica se puede ver que desde 2009 el número de partícipes de los planes de pensiones está estable, más bien bajando.
¿Por qué sucede esto? ¿Es que los españoles no sabemos lo que está pasando con las pensiones? ¿O es que somos tontos? Ni mucho menos, la explicación a esto tiene que ver con legislación.
El atractivo de los planes de pensiones
Lo cierto es que el motivo de los planes de pensiones se estancaran en 2009 tiene como motivo un cambio legislativo producido en 2006. Antes de esa fecha los planes de pensiones tenían una atractiva fiscalidad, con reducciones de la base del 40% en su rescate. A partir de dicha fecha esta reducción no existe y por tanto su fiscalidad es peor.
Los españoles no somos tontos y aunque la fiscalidad aplicable sigue teniendo cierto atractivo a partir de dicho punto mucho menos que antes. Por tanto que el producto concreto de los planes de pensiones no siga ganando partícipes no quiere decir que los españoles no estén ahorrando para la jubilación. Solo que no en este producto concreto.
¿Debería haber mejoras fiscales en los planes de pensiones?
Está claro que una fiscalidad más atractiva favorece e incentiva el ahorro. Pero también es cierto que la fiscalidad pre-2006 estaba creando un agujero fiscal importante al Estado.
Personalmente soy más partidario de una neutralidad fiscal. Tener un producto ("cuenta de inversión") que permita meter dinero en varios productos y que en ningún caso se tributen por las ganancias hasta su rescate. Las ventajas fiscales que permiten que un plan de pensiones sea más atractivo que un fondo de inversión lo único que hacen es que los planes de pensiones disponibles tengan menos rentabilidad, porque los gestores saben que es un dinero cautivo.
Debería ser el contribuyente el que indicara si su "cuenta de inversión" tiene ventajas fiscales (ligadas a la imposibilidad de retirada del dinero antes de jubilación o cierto número de años) o no, pero el producto debería ser neutro. Solo así se lograría aumentar la tasa de ahorro de los españoles de cara a la jubilación.