Europa tiene un problema de natalidad y los gobiernos dicen dar ayudas a tener hijos. En realidad los padres pagan más impuestos

Europa tiene un problema de natalidad y los gobiernos dicen dar ayudas a tener hijos. En realidad los padres pagan más impuestos
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Europa aparece según las estadísticas como un gran lugar en el que formar una familia. El generoso estado del bienestar de Francia o Alemania, su sistema educativo público y universal, prestigiosas universidades…. Lo cierto es que no es así. De hecho, Europa, como otros muchos estados modernos hace pagar de más a los padres por mantener a sus hijos.

Los padres dedican muchos más recursos a cuidar de los hijos que aquellos que no los tienen. Además no se les reconoce fiscalmente ni se les apoya, eso hace que haya menos niños de los que nos gustaría. Hay que cambiarlo ya.

Pocos hijos en Europa, menos de los deseados

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España tiene una media de 1,19 hijos por mujer, muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2,1. Una de cada cuatro mujeres nacidas en 1980 ya no tendrán hijos. Aunque más bajos que la media, estos números no son extraordinarios dentro del contexto europeo. Europa tiene un problema de envejecimiento, no tan malo como el que experimentan Japón o Corea gracias a la inmigración, pero sí más grave que el de EEUU o Canadá.

Podríamos pensar que se debe a que las familias quieren tener menos hijos. Por ejemplo en EEUU se considera que un empleo satisfactorio (71%) o amigos cercanos ( 61%) son más importantes para la felicidad que tener hijos (un 26%), aunque tener mucho dinero o casarse quedan ligeramente por detrás de los hijos (24 y 23%) respectivamente. Estas diferencias se acrecientan entre demócratas (que valoran más el dinero) y republicanoss (que valoran más los hijos). En cambio el número ideal en la mayor parte de los países europeos es de 2.2 hijos por familia. Por lo que probablemente las familias estén teniendo menos hijos de lo que les gustaría.

Además los hijos no son solo deseados por las familias, sino que son buenos para la sociedad. Con el tiempo se convertirán en contribuyentes, cotizarán para mantener las pensiones y cuidarán de sus padres. Así se financiarán los bienes públicos y el estado del bienestar. Eso beneficia también a aquellos que no son padres. De hecho en la película “Hijos de los hombres” de Alfonso Cuarón se nos muestra un mundo que está colapsando tras dos décadas sin un nacimiento.

Los hijos tienen un trade off (o una renuncia asociada)

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Los recursos de tiempo y dinero para criar a un hijo no aparecen mágicamente. La premio Nobel de Economía Claudia Goldin ha determinado que existen penalizaciones por parte de la maternidad en el mundo laboral.

Al fijar a los padres a los hijos, se les toma como prisioneros del amor que sienten por sus hijos por parte de la sociedad y el estado (en palabras de la economista Nancy Folbre) y no se les apoya suficientemente en la crianza. Esa política no es sostenible y en parte es la que reduce el número de nacimientos en nuestra sociedad. Los padres progenitores 2,5 veces más fiscalmente que los no que no tienen hijos. Eso hace que aunque las sociedades más ricas tengan menos hijos (como sucede si comparamos a EEUU con Nigeria por ejemplo o Francia con Marruecos), suceda un fenómeno que empieza a estudiarse, las familias con mayores ingresos en los países ricos tienen más hijos desde el año 2.000. Estas familias al tener más ingresos renuncian a menor bienestar material cuando tienen hijos y tienen más.

Es necesario cambiar nuestros impuestos

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Algunos economistas como Peter Vanhuyssse de la Universidad del Sur de Dinamarca afirman por tanto que deben de cambiarse el “statu quo” de los impuestos. Tener hijos debería de considerarse una actividad beneficiosa fiscalmente. Si por donar a organizaciones sin ánimo de lucro tenemos deducciones fiscales ¿acaso no debería de ser algo más normal mayores deducciones por tener más hijos?

En realidad esto ya está inventado. En la antigua Roma se consideraba que tener hijos era equivalente a pagar impuestos. Los ciudadanos más pobres estaban exentos de contribuir fiscalmente al estado, ya lo hacían teniendo hijos y se les denominaba “proletarii”, hombres que servían al estado siendo padres (proles).

Por otro lado, hay que plantearse si esta política es mejor mediante deducciones fiscales, dado que eso es algo que beneficia más a aquellos con mayores rentas. Existen otras opciones como transferencias de rentas, que en general suelen ser bastante insuficientes, al menos en España, donde están limitadas a los tres primeros años de vida para madres trabajadoras y a la iniciativa de algún que otro ayuntamiento.

Si queremos revertir la natalidad será necesario cambiar la política y apoyar mucho más aquellos que se deciden a tener hijos. Revertir la natalidad será imprescindible para mantener el estado del bienestar y las pensiones ya que la inmigración no seguirá creciendo a medida que disminuye la natalidad en los países de origen y aumenta el nivel económico de estos países y otros que son competencia a la hora de atraer población. Nos guste o no.

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